Quisiera compartir esta tabla, la cual forma parte de la obra "Perspectiva integral de la Literatura Infantil en la era del puer videns" de Vanesa Velarde Maza, que aspira a sintetizar y visibilizar las principales
semejanzas y diferencias entre tres, de los principales subgéneros narrativos,
que tradicionalmente han venido formando parte de la literatura a la que ha
tenido acceso la infancia y la juventud a lo largo de los siglos (las
características aquí recogidas son generales, existiendo tanto fábulas como
cuentos tradicionales que excepcionalmente no se ajusten a los mencionados
rasgos).
Fábula: “breve composición literaria en verso
o prosa cuyos personajes son seres irracionales, inanimados, abstractos o
racionales” (J. Maire Bobes, 2004). |
Es
pesimista. El final tiende a no resolverse felizmente. Son
moralistas. Relatan lo que uno debe o no hacer. Exigen y amenazan a quien las
escucha en orden a un modo de actuar concreto. Ya sea de modo beato o lúdico,
las fábulas afirman, explícitamente, verdades morales. No hay significado
oculto, no deja nada a la imaginación. Hace llegar sus enseñanzas al lector
de un modo fácil y comprensible, alejándose del estilo oscuro y rebuscado de otras
obras literarias (Bettelheim, 1975). Sus
protagonistas son simples arquetipos que se configuran como antagonistas. |
Cuento maravilloso o de encantamiento: narración continuada y de intriga,
que ha de resolver un conflicto donde suceden hechos fantásticos, fuera de
toda realidad verosímil (Rodríguez Almodóvar, 2009). |
Es
optimista. El final del cuento de encantamiento es por lo general siempre
feliz. No
le dice al niño lo que debería hacer explícitamente, sino que lo convence por
el atractivo resultado de los sucesos, permitiendo que el niño extraiga sus
propias conclusiones. Los cuentos dejan que el niño imagine cómo puede
aplicar a sí mismo lo que la historia le revela sobre la vida y la naturaleza
humana. Lejos
de exigir nada, el cuento maravilloso proporciona seguridad, esperanza
respecto al futuro y mantiene la promesa de un final feliz. El
cuento proyecta una existencia feliz pero vulgar. Aunque las cosas que
ocurren en los cuentos son a menudo improbables e insólitas, se presentan
siempre como normales y corrientes. Incluso los sucesos más extraordinarios
se narran de modo casual y cotidiano. Por
muy insólitos que sean los sucesos que el héroe del cuento experimenta, no le
convierten en ningún ser sobrenatural. Aunque se ofrezcan imágenes simbólicas
fantásticas, los conflictos que presenta el cuento son usuales. Los
héroes de los cuentos son personas corrientes, facilitando la proyección e
identificación del lector u oyente con ellos. Tanto
los cuentos como los mitos narran historias como modelos de comportamiento
humano que dan sentido y validez a la vida. En
los cuentos, a diferencia de en las fábulas, el sentimiento de equidad del
niño queda satisfecho cuando el malo recibe su castigo. Desde
el punto de vista psicoanalítico los cuentos representan una integración del
Yo que permite una satisfacción adecuada de los deseos del Ello (Bettelheim,
1975). |
Mito: historia sagrada que relata un acontecimiento
protagonizado por Seres Sobrenaturales que ha tenido lugar en el tiempo
primordial (Mircea Eliade, 1985). |
Es
pesimista. El final suele ser trágico. A
semejanza de los cuentos, los mitos también tratan cuestiones fundamentales
sobre la vida y la naturaleza humana, no obstante, mientras el cuento sólo da
meras indicaciones, el mito proporciona respuestas concretas. Los
mitos y los cuentos utilizan el lenguaje de los símbolos, representando el
contenido inconsciente. Ambos derivaron o dan expresión simbólica a ritos de
iniciación u otros ritos de pasaje, de ahí que traten necesidades sentidas
intensamente y sean portadores de un profundo significado. El
héroe mítico adquiere una condición sobrenatural que lo distancia del resto
de los mortales, lo que dificulta la identificación y proyección del lector
con éste. Desde
el punto de vista psicoanalítico, los mitos proyectan una personalidad ideal
de acuerdo a las demandas del Super-yo. Pero las exigencias que comporta son
tan rigurosas que desaniman al niño en sus primeros empeños por lograr la
integración de su personalidad (Bettelheim, 1975). |